Por la historia de Barcelona han pasado muchos personajes singulares, de esos cuya vida es un cúmulo de anécdotas y hechos sorprendentes. Uno de ellos es Fructuós Canonge i Francesch (1824-1890), alias el Gran Canonge o el Merlín español. Fructuós nació en Montbrió del Camp, de donde se marchó a los siete años huyendo de la miseria. Instalado en Barcelona, se dedicó a diversas ocupaciones antes de montar en la plaça Reial un puesto de limpiabotas cuyo rótulo todavía hoy se conserva.
Después de cumplir condena como presidiario en Cuba por saltarse un toque de queda, regresó a Barcelona, donde poco a poco se fue haciendo famoso por su sentido del humor, sus excentricidades (se comía el betún con pan para demostrar que era de excelente calidad) y sus trucos de magia (sacaba cigarros de detrás de la oreja de cualquier transeúnte y chafaba huevos en los mercados para sacar de dentro, ¡oh, milagro!, una moneda de oro).
Tras debutar profesionalmente en 1858 en el teatro de los Camps Elisis del paseo de Gracia, se convirtió en uno de los magos más famosos de su tiempo y recorrió Europa y América de actuación en actuación, cosechando aplausos y elogios. Se le abrieron las puertas de los mejores teatros y hasta de los palacios, y llegó a actuar ante Isabel II, Amadeo de Saboya y Alfonso XII. Estos reyes le cargaron de títulos (como la orden de Carlos III) y de medallas (entre ellas, la Gran Cruz de Isabel la Católica) que lucía orgulloso tantas veces como podía.
Para saber más sobre Fructuós Canonge, no te pierdas la web que un descendiente suyo ha creado (clic). Ah, y si puedes, no dejes de pararte a observar su retrato pintado en el pas de l’Ensenyança y la placa de su puesto en la plaça Reial (“Limpia Botas Canonge”).